¿Por qué son malas las jubilaciones en Argentina?

tupacbruch
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Las jubilaciones en Argentina son malas no por casualidad, sino como resultado de años de saqueo político, inflación, y manipulación del sistema previsional. Cada gobierno, en mayor o menor medida, usó la plata de los jubilados como caja de financiamiento para tapar déficits, pagar gastos corrientes o hacer campaña. Mientras tanto, los jubilados —que aportaron toda su vida— hoy viven con ingresos que no alcanzan ni para cubrir lo básico.


La mínima hoy: apenas un cuarto de lo necesario

En octubre de 2025, la jubilación mínima es de $326.298,38, más un bono de $70.000, totalizando $396.298,38.

En noviembre sube a $403.052,70, pero sigue muy lejos de la canasta del jubilado, que la Defensoría de la Tercera Edad calcula en $1.514.074,13.

O sea, la mínima cubre apenas el 25 % de lo que un jubilado necesita para vivir.

Más del 60 % de los jubilados (unos 4,5 millones de personas) cobran la mínima. El sistema previsional sostiene 6,8 millones de beneficiarios con solo 12,5 millones de aportantes, y encima, un 42 % de los trabajadores está en negro, sin aportar un peso a la seguridad social.

Es un esquema al borde del colapso, que sobrevive solo por parches y bonos.


De los 80 a los 400 dólares (y todavía no alcanza)

Durante el gobierno de Alberto Fernández, la jubilación mínima equivalía a unos 80 dólares, dependiendo del tipo de cambio.

Hoy, en 2025, con los aumentos y bonos incluidos, el haber mínimo ronda entre 300 y 400 dólares, según el dólar que se tome.

En la práctica, el aumento en dólares es nominal: la inflación sigue licuando todo. Los jubilados cobran más billetes, pero pueden comprar lo mismo o incluso menos.


Saqueo de las cajas y uso político de la plata de los jubilados

El punto de inflexión fue en 2008, cuando el kirchnerismo estatizó las AFJP y se apropió de todos los fondos de los trabajadores que estaban en cuentas individuales.

Ese dinero pasó a formar parte del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), que se suponía debía servir como respaldo del sistema previsional.

En la práctica, el FGS fue usado como caja política: se financió al Tesoro, se hicieron préstamos a provincias, se bancaron programas como Procrear, y se compraron bonos del propio Estado.

Entre 2008 y 2015, el valor del FGS creció en pesos, pero no por rentabilidad, sino por inflación y deuda pública. En términos reales, el fondo perdió poder y autonomía, y los jubilados se quedaron sin su “colchón” de respaldo.


El veto del 82 % móvil: un golpe simbólico

En 2010, el Congreso aprobó una ley que garantizaba que las jubilaciones se ajustaran al 82 % del salario mínimo vital y móvil.
Pero Cristina Fernández de Kirchner vetó la ley mediante el Decreto 1482/2010, argumentando que el Estado no tenía plata.
Fue un golpe directo a los jubilados, que vieron cómo se frustraba una mejora que por derecho les correspondía.

Desde entonces, ningún gobierno volvió a garantizar el 82 % móvil real. Los aumentos se hacen por fórmulas arbitrarias, a veces indexadas por inflación, otras por salarios, pero siempre por debajo del aumento real del costo de vida.


Fórmulas cambiantes, resultados iguales

Desde 2009, el país cambió cuatro veces la fórmula de movilidad jubilatoria:

  • 2009 – CFK: aumentos semestrales según recaudación y salarios.
  • 2017 – Macri: fórmula trimestral, 70 % inflación + 30 % salarios.
  • 2021 – Alberto Fernández: reemplazó inflación por recaudación, lo que provocó una gran pérdida del poder adquisitivo.
  • 2024 – Milei (DNU 274/24): actualizaciones mensuales por inflación, más un 12,5 % de recomposición.

Ninguna fórmula resolvió el problema: la inflación siempre corrió más rápido que los aumentos, y los bonos compensatorios se convirtieron en un parche político.


La realidad del jubilado argentino

Hoy, un jubilado promedio necesita más de un millón y medio de pesos por mes para cubrir sus gastos. Cobra menos de 400 mil. Paga medicamentos carísimos, servicios, alimentos, y en muchos casos, sigue trabajando o depende de su familia para sobrevivir.

Mientras tanto, la clase política mantiene regímenes especiales con jubilaciones privilegiadas que superan los 2 o 3 millones de pesos mensuales.


Entonces ¿Por qué son malas las jubilaciones en Argentina?

El sistema previsional argentino fue saqueado, manipulado y degradado durante décadas.
Se usaron los fondos para fines políticos, se vetaron mejoras reales como el 82 % móvil, y se cambiaron fórmulas según la conveniencia de cada gobierno.

Hoy, los jubilados siguen pagando las consecuencias de un Estado que, lejos de protegerlos, los convirtió en variable de ajuste del gasto público.

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